Jóvenes “Millennials”: ¿Generación Perdida, Selfies y Alcohol?
Ley “Anti Chancla”… Formar Más que Educar a los Chamacos
El SOL… Por: Federico Lagarda Ibarra
El Objetivo Regional.- Luego de que los senadores y diputados aprobaran la ley “anti chancla”, que prohíbe los “castigos”, tanto físicos como humillantes, utilizados para disciplinar (cual método de crianza) a los niños y adolescentes del país (ridiculizaciones, menosprecios, pellizcos, chanclazos, nalgadas o cinturonazos), pero, sobre todo, después de continuar escuchando (a diario) acerca de los miles y miles de muertos (oficiales y no contabilizados) que sigue cobrando la peligrosa enfermedad provocada por el coronavirus y cuya alarmante propagación se asocia a la mayoría de los (jóvenes) “millennials” (considerados por algunos como una generación única, digital, hiperconectada, con altos valores sociales y éticos) ahora acusados de parranderos, frívolos y abusivos, que irresponsable y criminalmente acuden a las fiestas donde se contagian de covid-19, para luego ir a sus casas a infectar a sus padres y abuelos, quienes (en su mayoría) por su avanzada edad y precaria condición física son más propensos de morir por culpa de sus egoístas y libertinos vástagos, al grado que, alguien, en las redes sociales, lleno de rabia estalló manifestando: “a todos ustedes, jóvenes millennials pendejos que siguen saliendo y festejando, vayan a casa”… Al respecto, repito, luego de “reflexionar” sobre lo anterior, se viene a mi memoria lo que escribí en este mismo espacio (en alguna ocasión) y que a la letra dice:
“Más que Educar se Debe Formar a los Chamacos”… De verdad, que jodidos estamos: niñas y niños precoces obsesionados por los “videojuegos” violentos, por su apariencia física y hasta por el sexo… Jóvenes sin “rienda” alguna, que a las diez u once de la noche apenas se andan alistando para irse de parranda toda la madrugada… Chamacos disfuncionales, a los cuales no se les puede corregir (ni llamar la atención) o tocar “ni con el pétalo de una rosa”, porque luego luego brinca en su auxilio la “sociedad hipócrita” en defensa de los derechos humanos de esos adolescentes… Al grado que los mismos padres de familia les tienen harto miedo a sus propios vástagos… Ah, tiempos aquellos, en que una buena nalgada o reprimenda (en su justo momento) lograban “encausar” a los muchachitos más rebeldes, vaya, hasta a los profesores de antes se les respetaba, toda vez que éstos sí corregían y enseñaban (poseían pues la verdadera vocación de maestros), sembrando algo de “zozobra” entre los alumnos, puesto que sabían perfectamente que si por alguna razón su “mala conducta” era conocida o descubierta por el “profe” o por el director del plantel, de seguro serían castigados o suspendidos… Repito: ah, tiempos aquellos, que hasta las patrullas policíacas infundían miedo y obediencia, no como ahora donde los “chamacos” les gritan: “pinchis chotas, váyanse a otro lado a joder y a chingar a su madre”… Y todo porque (hoy en día) no existen jefes policíacos honestos que transmitan respeto, pues los que ahora están sólo se la llevan en “mitotes” de cantina, abusando de su poder y como “niñas bonitas” que únicamente buscan lucirse en todos los eventos de los alcaldes, pero que no cumplen con su trabajo para el cual fueron designados… Llegando la situación a tal grado, que los “maestros” ahora no quieren problemas, ya que le “temen” a la ira (y demandas) de los padres de familia o que los mismos alumnos “consentidos” (hijos de papi) les causen daño en sus propiedades: vehículos rayados y vidrios rotos o lo que es peor, que les echen a los “babosos” de Derechos Humanos… Cayendo en un círculo vicioso que genera impunidad y que afecta a todos los sectores de la sociedad… En serio, ya es momento de que las autoridades educativas dejen por un lado su cobardía y su falta de ética, organizándose y coordinándose con todas las instancias de gobierno: municipales, estatales y federales, para que a través de la fuerza pública se castigue y sancione a los chavales abusivos o “buleros” (así como a sus padres), recluyendo (a los casos especiales) en correccionales o en centros especializados de psicología, porque de que son delincuentes agresivos (a pesar de su edad), de veras que lo son, al igual que los (miedosos) directores de las escuelas que permiten esta lastimosa situación…
Por cuestiones de espacio, se nos quedan en el tintero varias “reflexiones” sobre este polémico tema, aunque sí nos alcanza para recapitular: “más que educar se debe formar a los chamacos”, puesto que, sin una buena formación (en casa) la educación se les resbala o sale sobrando… O ¿No?…